Mi primer libro de poemas, de 1997. Está lleno de tanteos, traspiés, titubeos, pero quizá por todo esto es el poemario más fresco y espontáneo de todos cuantos he escrito.
Sobre él, la poeta Gloria Vergara escribió:
«Los dolores de la carne dejan ver las experiencias diarias del cuerpo-sombra que vela siempre su tangible roce con el mundo. Brota la carne hecha palabra en estos versos y deja que el lector sea parte de lo visto, de lo oído, de lo dicho, de lo creado».